FLAVIA AL DESNUDO PRIMERA PARTE

Ya me había dado una pista de la impotencia que siente respecto a este tema la primera vez que la llamé para combinar un encuentro. “Mira que no estoy trabajando en ningún otro lado más que en mi casa”, me advirtió. Luego de explicarle que ese no sería el eje de mi nota, me pidió que fuera al día siguiente a la inauguración de un importante local de ropa en la Galería Alvear.

Llegué 10 minutos antes de lo acordado, lo que me dio tiempo a conocer ese impactante edificio que sólo había observado por fuera. Recorrí los pasillos empapelados con exquisitas vidrieras de algunas de las marcas más prestigiosas a nivel internacional, hasta que encontré la que estaba buscando. Un enorme ramillete de globos rosas y plateados decoraba el exterior del local que todavía estaba cerrado al público. Pregunté por Flavia y me invitaron a subir a la planta alta del negocio, un ambiente de tres metros de largo por dos de ancho en el que había ocho personas. Intenté buscar rápidamente a la actriz antes de que alguien notara mi presencia, pero a simple vista no la encontré. “Vengo a buscar a Flavia”, dije y ella asomó su cabeza por detrás de una de las mujeres que estaban paradas y con una sonrisa me dijo “acá estoy”.

Si hubiera estado sola frente a ella en ese lugar, creo que igualmente no la hubiera reconocido. Estaba sentada, pintándose las cortas uñas con un esmalte color uva que le prestó su joven colega Brenda Asnicar y lo primero que llamaba la atención en esa escena eran los dos picos plateados de peluquería que despejaban su cara, y que no sólo ayudaban a mostrar un peinado cubierto de un frizz que suele hacerse difícil de controlar con la fría humedad de la calle sino que además dejaba en evidencia los dos centímetros de raíz natural que parecía contradecir al glamoroso personaje que conocemos.

Se paró y me saludó como si ya nos hubiéramos visto antes y esa extraña imagen que estaba presenciando fuera absolutamente normal para mí. Después, me daría cuenta de que Flavia es una persona espontánea cuya frase de cabecera lo explica todo: “Soy una persona normal con un trabajo extraordinario”.

Con jeans chupines azules, remera de manga larga negra y botas con apenas un poco de taco para disimular el metro cincuenta y nueve de altura, es una de las “celebrities” invitadas para exhibir frente a una gran cantidad de fotógrafos que esperaban afuera, la ropa del lugar.

Flavia está a cara lavada, esperando que la maquilladora empiece a trabajar con su rostro, pero la luz artificial del pequeño lugar no me permite observar bien su rostro. “Hoy me dejo mimar, pero generalmente hago todo yo, excepto que tenga que ir a algún programa, a la tele. Aprendí algunos trucos así que me maquillo, me tiño y también me depilo. Soy autodidacta”, se ríe mientras se recuesta y cierra los ojos para que la profesional pueda realizar sus tareas.

Aunque ése era un momento de relax, la actriz que calza a la perfección con la famosa característica de que la mujer es charlatana, no deja de buscar conversación en ningún momento. El resultado final del primer partido de en la Brasil Copa del Mundo es la excusa perfecta para que, sin que nadie le pregunte, empiece a hablar de su hijo Gianfranco, con el que antes solía ir a la cancha a ver a Boca pero que ahora con 15 años, no aceptó la propuesta de viajar juntos a Sudáfrica en caso de que Argentina hubiera llegado a la final. “Eso de ir con la mamá, no le divierte, le da vergüenza”, dice. La misma situación se da muchas veces cuando quiere llevar a sus amigos a la casa.

Flavia es consciente de que en la adolescencia a los varones suele causarle timidez presentar y compartir cosas con su madre, y el hecho de que ella sea conocida hace que algunas situaciones sean aún más retraídas. “Nunca en estos 27 años de carrera me creí el personaje. Creo que tiene que ser todo muy natural y eso es lo que les inculqué a mis hijos. En mi casa no ando con sombreros de leopardo y nunca fui a buscarlos al colegio con un short de los que me pondrían en Showmatch.”.

Flavia sabe que la responsabilidad de haber tenido siempre los pies sobre la tierra es por la educación que le dio su mamá, que si bien en sus comienzos como actriz la obligó a estudiar abogacía “para que no muriera de hambre” (carrera que cursó durante dos años en la Universidad de Buenos Aires), hoy es su más fiel y sincera crítica. “Somos muy amigas y si me quiere decir algo, no se guarda nada”, cuenta. Tanto esta estrecha relación como la forma en que fue criada influyen en la forma en que ella educó a Giuliana y Gianfranco. “Ellos siempre tuvieron mucha libertad para elegir lo que quisieran y por suerte, a ninguno de los dos les interesa seguir mi camino”.

¿Por qué decís por suerte?, le pregunto. “Hay un precio muy alto que pagar por la fama. Tenés que estar dispuesto a vivir entre muchos cuestionamientos, prejuicios, presiones. Ellos al ver la contra cara de esto lo viven desde un lugar más humano que ‘el castillo de hielo’. No les interesa esto y tampoco lo consumen”, explica.

La maquilladora le dice que ya está lista y Flavia le sugiere cordialmente a una de las organizadoras del evento que llame al peluquero para que le haga un brushing. El clima de la habitación es muy agradable y aunque al principio parecía que entre las invitadas no se conocían demasiado, las charlas de a poco iban siendo más divertidas.

La actriz se soltó mucho más con la llegada de la modelo Soledad Ainesa, con quien se reía de algunas publicaciones que hacen en Twitter. Flavia es una adicta a la tecnología pero evita usar la red social desde su Blackberry, aunque más de una vez se ve tentada de hacerlo. Reconoce que es una persona muy dispersa y que incluso cuando mira películas, uno de sus grandes hobbies, tiene siempre la computadora y el celular prendidos.

Sin dudas, Twitter forma parte de la rutina de todos los días. Así como Flavia se despierta entre las nueve y diez de la mañana, desayuna mate con tostadas untadas con queso blanco y jugo de naranja, y va tres veces por semana al gimnasio del Club Vilas de Palermo, dejar un saludo virtual a sus más de 32 mil seguidores es una actividad obligada que, además, ya es un clásico para los asiduos usuarios que la leen. Pero la escritura en la vida de la actriz no sólo tiene que ver con esto. Con un insomnio que ya es habitual en su vida, disfruta de la noche, cuando el silencio es el principal protagonista del hogar para plasmar sus ideas en papel: “Es el momento en que me inspiro, entonces aprovecho para escribir programas de televisión, de radio o lo que se me ocurra”.

fuente.agridulcerealidad.wordpress.com

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