FLAVIA:EL CONRAD LANZÓ SU TEMPORADA

La fiesta más famosa del verano de Punta del Este, vista por dentro

La fiesta del Conrad, en realidad, empieza al menos diez días antes. Cuando el hotel fija la fecha y el leit motiv (color o motivo de la vestimenta y la decoración), la gente empieza a movilizarse.

Los primos de Salto llaman para ver si uno va a ir y por casualidad tiene una entrada que le sobre, los amigos se acercan cautelosos tanteando el tema, como para que no se note, y no falta quien te quiera "comprar" el ingreso con plata o con alguna suerte de canje, por ejemplo: "me llevás a la fiesta del Conrad y yo te invito a escuchar a Vargas Llosa".

La población de turistas (los locales estamos todos trabajando a full), se divide en dos: los que de ninguna manera irían al Conrad, y los que se mueren por ir, pero nadie queda indiferente a la multitudinaria fiesta de la prensa que, desde hace trece años inaugura la temporada de espectáculos del Conrad.

Al comienzo se hacía en diciembre y las figuras, que iban a estar en la cartelera ese verano, viajaban desde las grandes capitales para estar presentes. El hotel recibía a sus invitados con una opípara comida, sentados a la mesa, y la fiesta terminaba en baile.

Pero Punta del Este creció, pegó un estirón en esta década, y cada vez son más los periodistas que se acreditan, no sólo de otras ciudades y países sino también de los sitios de Internet que han pululado hasta el infinito sumando una nueva forma de difusión a la infinidad de medios tradicionales.

La fiesta empezó a crecer, cada vez más grande, cada vez más amontonamiento, cada vez más colados.

Entonces salió a las terrazas. El hotel organizaba sofisticados rincones de sushi que terminaban inundados de salsa soja por los manotones de la avalancha. La gente peleaba por un pedacito de arroz con pescado crudo como por la vida. Y en los cálidos rincones de Chandon había cola como en el supermercado.

Movimiento

Esta vez algo cambió. O mejor dicho todo cambió. El control se notó más estricto y el viejo truco de salir a tomar aire y pasarle la pulserita a alguien amigo que esperaba afuera no funcionó.

La fiesta se hizo en uno de los salones más grandes del hotel, el ballroom Punta del Este y su foyer, y la consigna fue llevar alguna prenda o detalle en negro o animal print. Con este motivo se decoraron los salones, las mesitas, los bancos, las cortinas y las reducidísimas prendas que lucieron las modelos en la pasarela.

Para tranquilidad de todos, los vip tenían su lugar en alto, con cómodos sillones, a un lado y otro del gran salón central, con rigurosa custodia.

Antes, al ingresar a la fiesta, tenían que atravesar una verdadera barrera de periodistas armados de micrófonos y cámaras que los esperaban en el foyer.

Natalie Kriz, que comenzó su carrera como modelo a los 16 años siendo tapa de una revista de Conrad, no falta jamás. También estaban Alejandra Forlán, Orlando Pettinati y el equipo de "Día perfecto": Ximena Barbé, Ximena Torres, Martín Pacheco y Nelson Fernández.

Nacho Cardozo fue el más despampanante con una chaqueta animal print que daba para que en cualquier momento aparecieran de Animal Planet a cazarlo.

Puglia, Sergio Gorzi y Walter Mancebo estaban discretos, a un solo color.

Pero hubo rebeldes que rompieron la consigna y estuvieron bellos pero diferentes, como atestiguó la cámara de LA REPUBLICA.

Moria Casán y Graciela Alfano convocaron oleadas de periodistas y FLAVIA PALMIERO, Jessica Cirio, Gabriel Corrado, Paula Colombini y Pancho Dotto paseaban más relajados por los salones.

De Brasil estaba la revista Caras y varios medios de prensa además de los actores Mara Carvalho, Thierry Figueira, Natália Rodrigues y Paulo Vilela.

Antes de que comenzara el show dimos la recorrida de rigor "a ver qué hay de comer ". Una paella gigante en el foyer paraba el hambre y adentro, en las cuatro esquinas del salón había un self service de pastas y de carnes. Nadie se amontonó y no hubo codazos por pelear un sándwich.

En el medio había mesas con manteles en animal print y frascos enormes de alfajorcitos de maicena y otros dulces. Afuera había un kiosko de helados en el que sí hicieron cola hasta los más famosos.

Pero lo mejor venía en bandeja. Sirvieron cucharitas con tomate, albahaca y mozzarella, conos de ceviche con palta, pinchos de lomo con mermelada de tomates, mini pie (budines chiquitos) de hongos, esferas de centolla y jengibre y pinchos de vieiras gratinadas.

También había dos barras de bebidas para los fanáticos porque los mozos no daban respiro, pasaban con bandejas todo el tiempo, con agua, bebidas colas, vinos y champagne. Las chicas de una famosa marca de whisky caminante, vestidas con galera, frac y botas gastaron las alfombras, toda la noche, botella en mano.

Y el champagne se presentaba solo, sirviendo las copas vacías al instante.

Una, que estaba trabajando con la vieja Nikon, la libretita la lapicera y los lentes, no tenía lugar donde llevar la copa, pero apenas la apoyaba un mozo la retiraba, lo que resultó un fantástico sistema para perder la cuenta.

Luego, como de la nada, apareció una enorme pasarela que prácticamente dividió en dos el salón y Lara Sambert interpretó una selección de temas pop. Le siguió un sensual desfile con la participación de las Conrad Angels y de modelos argentinas de Leandro Santos y uruguayas de Valentino Bookings.

En la primer pasada, institucional, las chicas lucieron biquinis metalizados de colores brillantes y cadenas con la palabra Conrad en cristales. Para la segunda pasada, temática animal print y animal, se distinguieron distintos diseños en bodies de red con bordados en piedra, accesorios y los calzados de Carmen Steffens.

El cierre lo dio Silvina Luna, directora de Marketing y Jorge Serna, gerente general y vicepresidente, quien auspició una temporada inmejorable, tal como vienen anunciando todos los termómetros turísticos de la zona. La conducción estuvo a cargo de Teté Coustarot, que sigue presentando los libros de Planeta en el verano.

Cuando cerca de las doce empezaron a pasar bandejas con finos chocolates y pequeños postrecitos, uno sabía que era hora de irse. Nos quedamos un ratito más en el foyer, para saludar aquel amigo que vimos de lejos pero nunca llegamos a poder acercarnos, y para bajar decibeles antes de conducir, y ya está. La fiesta se acabó.

En la memoria nos quedan abrazos, sonrisas, complicidades, música y una imagen Las Vegas que sorprende.

fuente:larepublica.uy

Comentarios